Meretrices peripatéticas

29/05/2012 at 7:50 pm (Pensamientos)

Comenté en una ocasión lo que puede cegar el miedo, esto se amplía hasta un punto estúpido cuando se trata del miedo a las consecuencias que trae ser unos inconscientes. Si fuera un vino diríamos que se trata de una cosecha en la que los factores externos han sido claves, cabezón de presencia débil, con trazas importantes de inseguridad y aroma de desesperación.

En algunos casos somos capaces de llegar a lo empalagoso en nuestra entrega, meneando el rabito y haciendo gracietas a ver si así conseguimos las sobras de otros que creémos nuestros amos cuando muchas veces no son más que vagabundos que se alimentan a su vez, de los vertederos. Prostituimos nuestra integridad, nos la meten en el agujero que deja esa personalidad que no tenemos y encima creemos que llegamos al clímax, pero siempre quedamos insatisfechos. Y así nos va como nos va, rogando por las esquinas que nos solucionen los problemas a la voz de ya con un mete-saca rápido. Pidiendo como favor que nos jodan de todas las maneras posibles y agradeciendo que encima se limpien después en nuestras cortinas.

¿Cómo queremos así tener una fuerza a la hora de reclamar nada? Nos sentimos violados cuando nosotros hemos sido los que han puesto el culo y pagado la vaselina. Y ahora que no nos podemos sentar, es cuando en vez de evitar que se repita el caso, nos conformamos con un cojín que no esté muy deshilachado que les sobre de su última mudanza a una mansión, mientras nos quedamos sin asiento en el que reposar…

Vemos en nuestros pisos que nos van a expropiar, a través de esa tele de plasma que nos agenciamos para ver el fútbol mientras el chaparrón caía incesantemente y twitteamos nuestra indignación sobretodo esto. Sin sabe rmuy bien lo que hacemos y desluciendo a los que sí lo saben, que pasan desapercibidos entre gente que discute cómo arreglar el mundo sin saber qué está roto. Luego como estamos perdidos generalizamos metiéndo en el saco a gente indignada con otra que no tiene nada mejor que hacer que quejarse. Y cuando nos vemos fuera porque no lo entendemos «es que son todos unos arrastraos«

 

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Frivolidad expansiva

22/05/2012 at 3:13 am (Pensamientos)

Una lucha inflamada contra el desagradecimiento y el egoísmo es lo único que me hace plantarme unos límites y tejer paciencia para aguantar. Soy una gota de aceite en medio del océano; cuando viene una tormenta que me dispersa y me entremezcla con el agua y su sal sin llegar a fusionarme con ellas. Me vuelvo  purpurina. Un brillo en el que reflejarse ante problemas y que ya se agrupará sola de nuevo.

Una ingenuidad con legañas, me intenta convencer de que lo que se ve es mi propia autosuficiencia y fortaleza de titan, mientras la experiencia le da una piruleta y la manda a echar la siesta. El junco se dobla, aguanta el agua y no se ahoga. Qué bonito. Ahora es cuando me fundo con la madre naturaleza y voy con pies descalzos. Las narices. Ni soy una planta ni esto es el campo, no deja de ser una jaula de cemento y hierros llena de cristales. Cortan más de lo que brillan. 

Pero por esto no voy a dejar de ser como soy. Confiaré en la gente, hasta que vea que no se puede. Me llevaré mis hostias, y pondré la otra mejilla. Tonta, pero no me quedo con el remordimiento de no haber dado mi brazo a torcer. Me seguiré preocupando por otros, aunque tenga que adivinar cuando me necesitan y aún así avisarles de cuando les necesito yo. Gruñiré para acto seguido decirles que les quiero y que no pasa nada, aunque se me escape una lágrima.

Todo eso es muy pacífico… hasta que llegue al fondo. Gritaré a la oscuridad hasta desgañitarme y luego me curaré la garganta, pero habré aprendido los límites de mi voz. Tengo una melodía interna más fuerte que todo eso. La cantaré a modo de nana, hasta que se la aprendan de memoria y sepan tranquilizarse con su simple recuerdo. Susurraré al oído de los malditos durante sus pesadillas, a modo que sea su propio subconsciente quien decida si usarla de bálsamo o de guía hacia sueños aún más oscuros.

No hay nada peor que la frivolidad, el remordimiento y el engaño. Se entretejen cubriendo a sus creadores hasta hacer la soga que les ata. Pero nadie les salvará, puesto que ellos mismos han borrado su presencia.

Amén de lo a gusto que se queda una cuando es clara y concisa.

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A golpe de hipotálamo

04/05/2012 at 6:20 pm (Pensamientos)

¿Por qué pagamos nuestras frustraciones, cabreos y rayadas con las personas más cercanas a nosotros? No me refiero al mero hecho de ser borde, pues eso es más afín a la personalidad.

Me refiero a esos momentos en que estás con un bloqueo emocional, miedo, rabia, tristeza… Esos días en que lo que más necesitas es que alguien te mime y sin embargo si se da el caso, lo primero que se nos ocurre es berrearle o sentirnos incomprendidos. Qué paradoja, ¿verdad? Podemos controlarnos hasta cierto punto, y es esa misma comprenetación afectiva la que da el pistoletazo de salida a la carrera de relámpagos.

Al existir ese nexo de confianza, tenemos la sensación de seguridad, la facilidad de expresar nuestro verdadero estado anímico y como por no hacer daño, lo estamos conteniendo, cuando sale, pues lo hace de golpe.

Lo más jodido de esta situación es que puedes dañar a otros que sólo están buscando por tu bien, y después llega la culpabilidad por haberlo hecho y no sabes de qué forma disculparte. Y aún así te sonrien reprimiendo el gruñido en un saco de paciencia infinita y comprensión elástica. ¡Ojo! Hay que tener cuidado, todo tiene un límite. No demos por hecho que entienden lo que nos pasa ni creamos obligatorio que lo aguanten porque nos quieran. Lo contrario, hemos de agradecer cada vez que esto ocurre y atesorarla. Que nuestros malos momentos no sean necesariamente suyos. Son igualmente sensibles.

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