Cuesta abajo y sin frenos
¿Qué ocurre cuando vas demasiado deprisa? Que si hay un obstáculo nos tropezamos con él, y no hablemos ya de si es un barranco… ahí ya te puedes despedir.
Cuando te apresuras en llegar a tu meta, no disfrutas del camino. ¿Cuántas veces has pasado por un sitio y de repente ves un establecimiento que no sabías que estaba ahí? Entras y preguntas si el sitio es nuevo y te dicen que lleva años en el mismo lugar. Y aunque te encante, como no tienes tiempo, pues no te entretienes y cuando decides volver ya han cerrado. Ya es tarde. Y entonces te das cuenta de que si hubieras sido más observador, la cosa hubiera sido diferente.
De vez en cuando nos debemos un momento para respirar, pensar y mirar a nuestro alrededor. A disfrutar el camino, incluso a aprender cada grieta y resalto, para no darnos golpes innecesarios. Y así cuando lleguemos tendremos algo que contar.
Responder